domingo, 11 de enero de 2015

Coburn: éxtasis pictorialista

Esta exposición de fotografía me llamaba, desde que la ví anunciada en la página web de la Fundación Mapfre. Llevaba cierto tiempo a la caza de exposiciones. Buscaba algo diferente, algo que pudiera conmover ese lado mítico que hay en mí. Ese lugar oscuro que se me oculta en las fauces profundas de la memoria. Y así fue como me decidí a ver esta exposición, situada en la sala de exposiciones Bárbara de Braganza 13, en Madrid.
Sin embargo, antes de acudir, cometí el grave error de mirar la exposición de forma virtual, es decir, a través del enlace a la visita virtual de la Fundación Mapfre (por motivos obvios no copio el link). Digo que cometí este grave error porque no confié en mi intuición. Confiar en la intuición es algo importante, pienso ahora. Confiar en la intuición en fundamental en todo lo concerniente a lo artístico. Desde el momento de elegir una película para ver la noche tormentosa del viernes hasta para decidir una expedición al museo un sábado por la tarde. Pero no, no confié en mí y debí hacerlo.
La exposición es tan maravillosa como pensé o aún más. Es un recorrido fotográfico de los viajes que Coburn realizaba por medio mundo, su búsqueda espíritual y artística, así como retratos a grandes personajes del momento (y de siempre) como Rodin, Shaw, Stravinsky, Weber o Twain.
La obra de Coburn se enmarca dentro del pictorialismo fotográfico, una corriente que se distancia de la realidad. La fotografía no se trata como documento (aunque es verdad que muchas de las fotografías pueden considerarse de interés histórico) si no más bien como imagen. La fotografía se convierte en una imagen sin más, casi en una pintura (aunque su nombre pictorialismo deriva de imagen y no de pintura). Las fotografías que podemos observar en el recorrido fotográfico y cronológico, a veces un poco difícil de seguir para una servidora, nos van desvelando las inquietudes estéticas y espirituales del autor.
La sección de vortografías, nombre que el propio Coburn otorga a este tipo de fotos, son realizadas gracias a un sistema de espejos ideado por él que convierten a las fotografías más convencionales en fotografías en forma de vórtice o torbellino, fabricando imágenes geométricas o descompuestas al estilo picasiano. Estas fotografías abstractas pueden resultar algo aburridas hoy en día, pero entonces, en la segunda década del siglo XX cuando las expuso, resultaron vanguardistas y por lo tanto, muy arriesgadas.
No voy a hacer un recorrido por la biografía de este sublime artista de la fotografía porque no lo veo necesario, pero sí me gustaría decir algo acerca de la exposición de su obra en la sala Bárbara de Braganza: son dos plantas extraordinarias, a las que puede entrar el común de los mortales de forma gratuita y salir con un muy buen sabor de boca, ya que sus imágenes excitan el placer estético hasta del más inconmovible de los aficionados al arte.

1 comentario:

  1. Revelo en exclusiva que una de las fotos que atrajo a la autora de este blog es la que el fotógrafo tituló "Pulpo" y ella considera "neurona".

    Notas jugosas: Coburn entró en los círculos artísticos gracias al respaldo de su primo materno, fotógrafo también. Durante sus primeros años como fotógrafo y como viajero, le acompañó su madre (el padre murió cuando Cobrun tenía siete años), hablamos de viajar desde EEUU a Londres, París y por Europa en general. El artista escribió en su bibliografía: "My mother was a remarkable woman of very strong character who tried to dominate my life…It was a battle royal all the days of our life together".

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