jueves, 12 de enero de 2017

Las fuerzas extrañas de Leopoldo

Yo no conocía a Leopoldo pero él me conocía a mí. Me conocía intrínsecamente, como si me hubiera creado. Puede parecer una exageración, pero no lo es. Leopoldo y yo nos conocíamos antes de nunca siquiera vernos. Fue mucho tiempo el que tuvo que transcurrir para que mis dedos curiosos rozaran sus palabras. Tuve que lidiar con el fastidioso tiempo y el espacio para conversar con sus restos. Y esto fue lo que obtuve de resucitar sus pensamientos con mi voracidad.
 
Sus Fuerzas extrañas (1906) son las precursoras del realismo-mágico y su poesía, del modernismo hispanoamericano del siglo XX. Estas fuerzas abrieron la puerta a jóvenes promesas literarias, hermanas de patria y de siglo: Cortázar, Borges, Arlt, Quiroga, Bioy Casares, Guiraldes....En sus narraciones se aprecia el interés cientificista por los fenómenos inexplicables y quizá en este punto es en donde debamos prestar mayor atención. Lugones buscaba la fundamentación científica, sí, de hecho se interesaba con igual pasión por las ciencias exactas como por las llamadas "humanidades" ¿y por qué hacía esto? Es evidente que desarrolló temas relacionados con hipótesis científicas para así derrumbarlas mejor. Porque a través de sus relatos busca derribar los cimientos seguros que construimos sobre dogmas religiosos y preceptos científicos. En Un fenómeno inexplicable, se puede adivinar el pensamiento de Leopoldo en boca de uno de sus personajes: "¡Es tan hermosa la ciencia, la ciencia libre, sin capilla y sin academia!". El "tufillo" a ciencia que desprenden sus relatos se convierte en una excusa para descubrirnos que nuestro medio natural es pantanoso, que las certezas no son más que ilusión y que con indagar un poco podemos ver lo que realmente no nos gusta y esto es, que si bien no estamos ciegos, tenemos una afección peor aún: la de la miopía, que confirma que algo nos falla y sin embargo, nos impide darle solución.
 
La confusión nos acomete siempre al final de sus relatos. ¿Por qué nos bombardea con seguridades-espejismo? Yo digo que tiene un gran sentido del humor. Basta con llegar al final de Un fenómeno inexplicable para apreciarlo claramente:
"Ambos palidecimos de una manera horrible. Allí ante nuestros ojos, la raya de lápiz trazaba una frente deprimida, una nariz chata, un hocico bestial. ¡El mono!¡La cosa maldita! Y conste que yo no sé dibujar."
Pero no sólo inscribe sus relatos en el ámbito de la refutación científica, sino también en los mitos del pasado. Algunos de sus relatos que tocan temas bíblicos o míticos son: La lluvia de fuego, que alude a los castigos de Sodoma y Gomorra, El milagro de San Wilfrido, que inventa un episodio fantástico en el marco de las Cruzadas, Los caballos de Abdera, que narra la leyenda griega, La estatua de sal, sobre la mujer de Lot o Los ojos de la reina, acerca de la metempsicosis presente en su otra antología Cuentos fatales.
 
Desentrañar con precisión analítica sus cuentos sería destriparlos, por eso no lo voy a hacer a pesar de que pueda achacárseme un espíritu vago y nada meticuloso, no es por esto. Lo que en verdad ocurre es que la destreza formal de un autor de su talla no puede desmenuzarse así como así, sin consecuencias. Para mí, la minuciosidad no se puede aplicar a Leopoldo, sería, en caso de que así lo hiciera, una blasfemia en toda regla. Así pues, no me voy a demorar con esto- que si muy adjetivado, que si poco, que si sustantivos abstractos o concretos, etc.- esto solo obedecería en un blog como este, al deseo de soledad y marginación presente en los espíritus demasiado críticos. Hago un esfuerzo y paso de la marginalidad de la élite a la cercanía popular.
 
Me despido por ahora de mi nuevo amigo, aquella alma similar que se interesa por estas estúpidas palabras que no expresan nada más que aire.
 
¡Salvando el hecho de que el aire es fundamental para la vida!
 
 
 

 

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