viernes, 10 de agosto de 2012

The Artist: una imagen vale más que mil palabras

Ayer he tenido la suerte de ver, por fin, una película que, por sí misma se convirtió, a pesar de haberse estrenado el año pasado, en un clásico. Me refiero a The Artist del director Michel Hazanavicius.

El argumento se desenvuelve con naturalidad. Los personajes nos conquistan, en especial el personaje principal George Valentin (interpretado por el maravilloso Jean Dujardin) un existoso actor de cine mudo que se ve desplazado por los nuevos actores de cine sonoro. George Valentin cae en desgracia y su decadencia se hace cada vez más y más patente. La joven actriz de cine sonoro, Peppy Miller (Bérénice Bejo)  está perdidamente enamorada de George y hará todo lo posible para ayudarlo.

Básicamente este es el argumento de la película. Los temas que aparecen son, como se ha comentado ampliamente, la incapacidad de los actores mudos para adaptarse a los nuevos tiempos. Este tema ya lo han tocado otras películas igualmente legendarias como Sunset Boulevard (para quien no le suene fue traducida como El crepúsculo de los dioses) de Billy Wilder. La comparación con este otro film es fácil, lo sé, pero mi aportación va para quienes no hayan tenido la oportunidad de verlo. La película de Wilder es sonora. Esto puede interpretarse como una ironía del cine ya que tratando de la dramática historia de Norma Desmond, la película que refleja esta temática es justamente el desencadenante del drama. Es decir, la película es causa y efecto de sí misma. Sin embargo, en The Artist no ocurre lo mismo. La película es muda del todo salvo en escenas estratégicas en las que se retrata de forma maestra la crisis interior del personaje. Tanto en una como en otra, el personaje principal es una especie de mimo ególatra que no es capaz de asumir las nuevas circunstancias. Norma Desmond se refugia en su nuevo amor, Joe Gillis, mientras que George Valentin se nos presenta como un personaje más solitario, que sin aparecer borracho se pasa media película bebiendo y que, a diferencia de esta otra, se niega a aceptar la ayuda de su joven y bella enamorada por una cuestión de orgullo. Así es que, aunque me gustan las dos películas, el protagonista de The Artist resulta ser un personaje más profundo, hundido en una crisis personal, económica, emocional (ya que tiene que aceptar la ayuda de Peppy, emblema de las nuevos tiempos que lo olvidaron) que no se conforma con el amor de nadie y que prefiere morir a verse destituido, marginado.
The Artist tiene un poco de todo: amor y drama intercalados con hechos históricos reales que inciden en la trama directamente además de brindarle un contexto. La ambientación es perfecta: escenarios, vestuario, música...cada elemento encaja y tiene la relevancia que le corresponde. Por lo que, a los amantes del cine mudo y a los que no tienen la suerte de conocerlo, no puedo más que recomendar esta película que, sin ser una contradicción de aquello que expresa, revive a los ojos del nuevo público la expresividad que pueden tener las imágenes sobrias, sin efectos exagerados, sin bandas sonoras grandilocuentes, sin colores de estridencias inusitadas. Porque una película como ésta, vale más que mil palabras.

Contexto ideal para ver la película: Esta no es una película de tarde de domingo. Tal vez sí, para noche de domingo o de viernes. Es un film profundo, que da qué pensar, pero que se puede ver en familia (es apta para todo público) sin temor a traumas o decaimientos temporales de la moral: no hay ninguna escena grotesca, ni fea, todo en esta película es bello y deja al final, un buen sabor de boca.

1 comentario:

  1. Curioso que en ambas películas el personaje más decadente sea el masculino y sean los personajes femeninos los salvadores.

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