martes, 31 de julio de 2012

Trois jours chez ma mère o intento fallido de acercarme a la novela moderna


Primer acercamiento: mientras leía la novela 

“Ya es el segundo día desde que comencé la lectura y no sé por qué pero ya sé que no voy a poder despegarme de las páginas de este libro. El personaje principal François, es una máquina de decir cosas. No es que solamente las diga, no, lo grave está en que las piensa. ¿Cómo puede alguien pensar tantas cosas al mismo tiempo? No lo sé. Ya no sé si piensa el autor o si piensa el protagonista ¿Y qué piensa? Piensa sobre su familia, sobre el sexo, sobre la gastronomía refinada, sobre su padre…De momento piensa en muchas cosas. Yo creo que su mente es un piso amueblado en plena zona vip de París, en donde sólo hay lugar para exquisiteces de grosera frivolidad. Y que no se me entienda mal. No es que no me guste este primer acercamiento a la literatura contemporánea, la cual ronda peligrosamente la bazofia, si no se mete de lleno en ella, es que este autor tiene una forma polémica de decir todas las cosas, tiene una forma rotunda de mostrar a sus personajes, aunque en alguna ocasión salió nuestro Françóis defendiendo alguna idea moral acerca de cómo deberían ser las cosas. Pues bien, por regla general, los personajes de este libro no son unos angelitos caídos del cielo, no, son más bien un hatajo de gente rara, distinta a la gente que se podría uno encontrar por la vida.”

 Después de leer la novela

Los personajes de esta novela no son personas convencionales. Es como si de una prenda de ropa se tratase: le das la vuelta y te encuentras las costuras y todas esas cositas e hilitos desprolijos que no querías ver, y por eso te la ponías sólo de un lado, pues bien, los personajes de este libro son así: los ves al derecho, como unos ojos inocentes están acostumbrados a ver, y de pronto te enteras de que no, de que: o los personajes que aparecen en la novela no son creíbles y reflejan, por tanto, un mundo fantasioso, imposible; o de que la realidad es más compleja que cómo la veías.

Por qué leer esta novela: Para ejercitar la capacidad de sorpresa viene bien. Viene bien para trabajar la paciencia: “Venga, Beli, que a la vuelta de la página llegará el culmen de la novela. No desistas ahora. Cada vez estás más cerca. Vamos, Beli, ya se está acabando, no puede ser que en el final no pase nada.” No la recomiendo si no estás acostumbrado a leer novelas en donde todas las cosas que pasan son iguales a las de la vida: irrelevantes.

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